¿UNA APOSTASÍA EN LA IGLESIA?
Muchas religiones dicen que la Iglesia Católica es el resultado de la apostasía (error completo) por la fusión del paganismo romano con ella. Para apoyar esta afirmación generalmente citan los siguientes textos:
"Muchos se escandalizarán entonces y se traicionarán y odiarán mutuamente. Surgirán muchos falsos profetas, que engañarán a muchos." (Mateo 24,10-11).
"Hubo también en el pueblo falsos profetas, como habrá entre vosotros falsos maestros que introducirán herejías perniciosas y que, negando al Dueño que los adquirió, atraerán sobre sí una rápida destrucción. Muchos seguirán su libertinaje y, por causa de ellos, el Camino de la verdad será difamado." (2 Pedro 2,1-2).
"El Espíritu dice claramente que en los últimos tiempos algunos apostatarán de la fe entregándose a espíritus engañadores y a doctrinas diabólicas," (1 Timoteo 4,1).
"Yo sé que, después de mi partida, se introducirán entre vosotros lobos crueles que no perdonarán al rebaño; y también que de entre vosotros mismos se levantarán hombres que hablarán cosas perversas, para arrastrar a los discípulos detrás de sí." (Hechos 20,29-30).
¿Cuál es la verdad?
La Biblia nos advirtió que vendrían falsos profetas. Pero en la Palabra de Dios nunca dice que habría una apostasía universal y completa. En Mateo 24,10-11 dice que engañarán a muchos pero no a todos. Tampoco en Hechos 20,29-30 dice todos. En 1 Timoteo 4,1 dice algunos apostatarán. Y finalmente en 2 Pedro 2,1-2 dice muchos pero no todos y si leemos los versículos siguientes, vemos que aún en el peor momento de apostasía siempre hubo personas santas a las que Dios protegió del error, como al justo Lot.
"y si libró a Lot, el justo, oprimido por la conducta licenciosa de aquellos hombres disolutos - pues este justo, que vivía en medio de ellos, torturaba día tras día su alma justa por las obras inicuas que veía y oía - es porque el Señor sabe librar de las pruebas a los piadosos y guardar a los impíos para castigarles en el día del Juicio," (2 Pedro 2,7-9).
Hablando Jesús de la iglesia que Él edificaría dijo:
"Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella." (Mateo 16,18).
"Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo." (Mateo 28,20).
Él promete estar con nosotros siempre. Jesús no dijo "estaré con ustedes todos los días si se portan bien, si no, no me quedo". Los apóstoles no iban a vivir en esta tierra eternamente, es obio que se refería también a los sucesores de ellos.
Si la Iglesia hubiera caído en apostasía, ¿por qué entonces dar el mandato a los Apóstoles de ir a hacer disciípulos a todas las gentes, si pronto su Iglesia caería en el error?
"Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo." (Mateo 28,19).
Además Jesucristo prometió enviar el Espíritu Santo a su Iglesia para guiarla y así mantenerla en el camino de la verdad.
"Y yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito, para que esté con vosotros para siempre," (Juan 14,16).
"Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho." (Juan 14,26).
"Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa" (Juan 16,13).
No negamos que hubo error entre algunos hombres que dicen ser cristianos. Siempre ha habido herejías y personas que han intentado cambiar las doctrinas recibidas de los Apóstoles. De hecho, los hombres que fundaron las diferentes sectas han hecho esto. Pero no quiere decir que toda la Iglesia esté en un error. Como la parábola de Mateo 13,24-30 en que el tigo y la cizaña crecen juntos, siempre ha habido buenos y malos en el campo de la Iglesia. Pero, como enseña Jesús en la parábola, no nos toca a nosotros arrancar la cizaña sino a Jesús.
¿Cómo fue preservada la integridad de la Iglesia?
La integridad de la Iglesia fue preservada gracias a la SUCESIÓN APOSTÓLICA. La Sucesión Apostólica es la transmisión de la autoridad que Jesús confirió a sus Apóstoles a sus sucesores, hay mucha evidencia Bíblica e histórica al respecto.
En Hechos 1,6 leemos que los Apóstoles confiaron la autoridad apostólica a Matías, que tomó el puesto de Judas como Obispo.
"Echaron suertes y la suerte cayó sobre Matías, que fue agregado al número de los doce apóstoles." (Hechos 1,26).
Jesús confirió su autoridad a sus Apóstoles diciendo:
"Yo os aseguro: todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo." (Mateo 18,18).
En Juan 20,23 les dió el poder de perdonar los pecados.
"A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos." (Juan 20,23).
Y nombró a Pedro Pastor Principal de sus ovejas, además de darle las llaves del Reino de los Cielos.
"Después de haber comido, dice Jesús a Simón Pedro: «Simón de Juan, ¿me amas más que éstos?» Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis corderos.» Vuelve a decirle por segunda vez: «Simón de Juan, ¿me amas?» Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas.» Le dice por tercera vez: «Simón de Juan, ¿me quieres?» Se entristeció Pedro de que le preguntase por tercera vez: «¿Me quieres?» y le dijo: «Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas»." (Juan 21,15-17).
"A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos." (Mateo 16,19).
Al comenzar, la Iglesia primitiva confirió a los sucesores de los Apóstoles el poder recibido por Jesús. Pablo dijo a Timoteo:
"No descuides el carisma que hay en ti, que se te comunicó por intervención profética mediante la imposición de las manos del colegio de presbíteros." (1 Timoteo 4,14).
Es decir que Timoteo había recibido algo especial: un don, un llamamiento de Dios a ser un presbítero y esto no se le había consedido por casualidad; por lo tanto Pablo le aconseja:
"No te precipites en imponer a nadie las manos, no te hagas partícipe de los pecados ajenos." (1 Timoteo 5, 22).
Los Padres de la Iglesia.
Existe mucha evidencia sobre la sucesión apostólica en los escritos de los "Padres Apostólicos", quienes conocieron personalmente a los Apóstoles y fueron sus discípulos. En las siguientes citas vemos que los Padres Apostólicos enseñaron doctrinas definitivamente católicas, las mismas doctrinas que hoy enseña la Iglesia Católica.
Ignacio de Antioquía: Discípulo de Juan, en el año 110 d.C., en su Carta a los Esmirniotas, hablando de los herejes que no creen en la enseñanza católica sobre el Cuerpo de Cristo, Ignacio les exhorta:
"Apàrtense también de la Eucaristía y de la oración, porque no confiesan que la Eucaristía es la carne de nuestro Salvador Jesucristo, la misma que padeció por nuestros pecados, la misma que por su bondad, resucitola el Padre" (Carta de San Ignacio de Antioquía a los Esmirniotas, cap. 6).
Ignacio fue el primero en utilizar la palabra católica para decir que la Iglesia es universal.
"Donde está Jesucristo allí está la Iglesia Católica." (Carta de San Ignacio de Antioquía a los Esmirniotas, cap. 7).
Clemente de Roma: Discípulo de Pedro, cuarto Obispo de Roma, y Papa. En su Epístola a los Corintios, Clemente habla de confesarse a un sacerdote y afirma que los Apóstoles escogieron sucesores para prevenir la apostasía, y que ellos establecieron la regla de que, antes de morir, los obispos escogieran a otros para reemplazarles en su ministerio sagrado. Es interesante notar la importancia del obispo de Roma. En 88 d.C., Clemente, mostrando su autoridad sobre otras iglesias fuera de Roma, intervino en los problemas de la Iglesia de Corinto cuando aún vivía el Apóstol Juan, quien hubiera sido el más indicado para intervenir por ser el último de los doce. En cuanto a la regla de sucesión apostólica leemos en su carta:
"Y nuestros apóstoles sabían por nuestro Señor Jesucristo que habría contiendas sobre el nombramiento del cargo de obispo. Por cuya causa, habiendo recibido conocimiento completo de antemano, designaron a las personas mencionadas, y después proveyeron a continuación que si éstas durmieran, otros hombres aprobados les sucedieran en su servicio." (Carta de Clemente Romano a los Corintios cap. 44).
Policarpo de Esmirna: Discípulo de Juan, hablando de Jesucristo, Policarpo dice:
"Por tanto, sirvámosle de tal modo con temor y toda reverencia, como Él mismo dio mandamiento y los apóstoles que os predicaron el Evangelio."(Carta de San Policaqrpo de Esmirna cap. 6).
Epístola de Bernabé (130 d.C.): En esta carta podemos encontrar que los cristianos celebraban el culto en domingo (no en sábado, como dicen los adventistas y otros "del séptimo día"), y que las obras forman parte integral de la salvación (no sólo la fe como dicen los evangélicos).
La Didajé (o Didaché) La Enseñanza de los Doce Apóstoles (años 90-100 d.C.): En esta obra podemos ver que los cristianos bautizaban por inmersión y rociando agua encima de la cabeza.
Los Padres Apóstolicos enseñaron doctrinas católicas y las aprendieron directamente de los Apóstoles y no las inventaron por su cuenta. Si estos Padres Apostólicos enseñaban doctrinas heréticas, ¿por qué estaban dispuestos a morir por defenderlas? Ellos recibieron la verdad de los Apóstoles y la guardaron hasta dar su vida por lo que creían.
La Iglesia primitiva es la Iglesia Católica.
Como acabamos de ver, la Iglesia del primero y segundo siglos, es la misma Iglesia del Nuevo Testamento y si la Iglesia Primitiva era apóstata lo era desde el principio, desde los Apóstoles. Si los Padres de la Iglesia Primitiva enseñaban herejías quiere decir que sus maestros, los Apóstoles de Jesús, les enseñaron mal. Tendriamos que concluir también que Jesucristo no pudo prevenir una apostasía entre sus discípulos. Además, si hubiese habido una apostasía completa, tendríamos un gran problema histórico: EL SILENCIO. No existe evidencia alguna de que realmente sucedió. Al contrario, toda la evidencia histórica y bíblica apoya que la Iglesia católica sigue las enseñanzas de los Apóstoles.
La decisión acerca de cuáles libros serían aceptados en el canon fue tomada en el Concilio de Laodicea en el año 363 d.C. (confirmada sucesivamente en los Concilios de Hipona y Cartago y apoyada por el Papa). Es decir, que si la Iglesia cayó en apostasía "pronto después de los Apóstoles" llegamos a otra conclusión absurda: que no se puede confiar en la Biblia porque la lista de sus libros (el canon) fue confirmada y preservada a través de los siglos por una iglesia apóstata.¡Poner en duda la Iglesia es poner en duda la Biblia!
La posición de algunos hermanos, de que hubo una apostasía, está basada solamente en las palabras de sus fundadores. Pero la Biblia dice otra cosa:
"A él la gloria en la Iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones y todos los tiempos. Amén." (Efesios 3,21).
Bibliografía:
Gagnon, Daniel. (1996). No todo el que dice "Señor, Señor". México: Ediciones Paulinas.
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